Un día seré feliz
Viene a la consulta un hombre de 42 años, Juan. Casado, con dos hijos de 8 y 10 años., trabajo estable que dice le gusta desempeñar. La relación con su mujer, según palabras suyas: “No es lo que era, un día fuimos felices…, tal vez más adelante…”. La relación con los hijos: “Piden demasiada atención, cuando sean mayores será diferente…”. Su ocupación laboral dice gustarle, “sobre todo, me tiene tan en estado de alerta que me hace sentir vivo y me olvido de lo demás, mi trabajo me ayuda a desconectar”.
Motivo de consulta: dolor de espalda y cefaleas, a menudo en fin de semana y vacaciones.
Motivo de consulta: dolor de espalda y cefaleas, a menudo en fin de semana y vacaciones.
Juan vive como si su felicidad fuese después de hoy, nunca puede ser hoy, entonces pasa que tampoco fue ayer, ni el otro, hace años que no es feliz y no es feliz porque no se reconoce en la situación de hoy, no puede arraigar en ella. Todos podemos haberlo vivido en alguna ocasión, de que hay una situación que no sé qué hacer con ella, no sé cómo moverme y de alguna forma me evado y siento que un día acabará y entonces podré ser feliz.
Juan tiene una actitud optimista en ese sentido, piensa que un día todo esto que no le está bien cambiará, imagina que un día será feliz, pero hace poco en el presente. Está en lo que vendrá, esto lo hace no sentirse vivo en su situación actual y provocar descargas de adrenalina en el trabajo que le agotan aunque él parece no darse cuenta, acumula tensión y finge vivir una vida que no es la que está viviendo. En casa, con las personas que tiene más confianza y a las que más quiere, aun que no se lo demuestre, es donde se descarga, se permite expresar lo que su cuerpo siente y reacciona al haber estado muy contenido con explosiones de enfado, rabia, tristeza,… Al soltar y permitirse sentir, el cuerpo se libera y en esa liberación de tensión acumulada aparecen las cefaleas y dolor provocado por la tensión muscular.
Juan tiene una actitud optimista en ese sentido, piensa que un día todo esto que no le está bien cambiará, imagina que un día será feliz, pero hace poco en el presente. Está en lo que vendrá, esto lo hace no sentirse vivo en su situación actual y provocar descargas de adrenalina en el trabajo que le agotan aunque él parece no darse cuenta, acumula tensión y finge vivir una vida que no es la que está viviendo. En casa, con las personas que tiene más confianza y a las que más quiere, aun que no se lo demuestre, es donde se descarga, se permite expresar lo que su cuerpo siente y reacciona al haber estado muy contenido con explosiones de enfado, rabia, tristeza,… Al soltar y permitirse sentir, el cuerpo se libera y en esa liberación de tensión acumulada aparecen las cefaleas y dolor provocado por la tensión muscular.
Uno puede fingir ser quien no es, fingir vivir una vida que no es la que vive, puede fingir muchas cosas, pero esto es no sentirse a uno mismo, en verdad, es una elegante forma de suicidio, es morir en vida.
Juan ya se ha dado cuenta de lo que hay, de lo que está pasando, a partir de aquí ya se puede hacer algo, este es el primer y más importante paso: DARSE CUENTA. Si uno no se da cuenta no puede hacer nada, una vez se da cuenta ya puede empezar a formar parte de uno mismo, ser uno mismo. Empezar a vivir de acuerdo consigo mismo para formar parte de un presente pleno, satisfecho y vivo. Puede empezar a ser feliz ahora!
Maria Solsona
Terapeuta especializada en Reflexología Holística